Objetivos y prólogo de la memoria "El jardín escolar y el estudio de la planta" de Abilio Rodríguez Rosillo

Memoria de la pensión que por orden ministerial de 15 de julio de 1935 fue concedida al catedrático del Instituto de Cáceres don Abilio Rodríguez Rosillo para ampliar estudios de fisiología vegetal, durante tres meses, en Alemania.

La intención que nos guiaba al solicitar de la junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas la pensión que nos fue concedida por orden ministerial de 15 de julio de 1935 era realizar un curso experimental de fisiología vegetal y estudiar la organización de los jardines escolares, con el fin de poder hacer, en unión de los experimentos efectuados por nosotros, un trabajo de conjunto utilizable en la organización metodológica y experimental de la enseñanza de la botánica en nuestras escuelas primarias y centros de enseñanza media. De una manera precipitada y regular hemos tenido que disfrutar dicha pensión, pues época en que se concedió no era la más adecuada para realizar nuestros propósitos y el corto tiempo que por las condiciones de la misma pudimos permanecer en el extranjero no nos han permitido ver cumplidos todos nuestros deseos.

Sin embargo, hemos podido adquirir los datos suficientes para formarnos una idea de la organización que debe darse un jardín botánico escolar, lo que unido a nuestros propios experimentos nos permite presentar a esa junta para ampliación de estudios el siguiente trabajo que, bajo el título de EL JARDÍN ESCOLAR Y EL ESTUDIO DE LA PLANTA, puede ser utilizado como guía para la enseñanza experimental de la botánica. Al mismo tiempo manifestamos una vez más a esa junta nuestro agradecimiento por la distinción de la que se nos ha hecho objeto

 NOTA: Los dibujos originales de este trabajo están a disposición de esa junta, por si cree oportuno su publicación.             

Esta memoria consta de 228 hojas de texto Y 472 dibujos, reseñados en 12 hojas.

 

EL JARDÍN ESCOLAR Y EL ESTUDIO DE LA PLANTA por Abilio Rodríguez Rosillo 1935

PRÓLOGO

Las ciencias naturales, siendo disciplinas de observación y de experiencia, no pueden enseñarse con una sola lectura de los libros, sino que se necesita disponer de materiales diversos, como colecciones y utensilios de laboratorio, que permitan comprobar lo que los libros dicen y expliquen las observaciones realizadas en el campo. Para esto nuestros Institutos de segunda enseñanza tienen un gabinete un museo de Historia Natural en el que se guardan las colecciones más o menos numerosas de minerales, rocas y fósiles, así como también cajas con insectos, animales conservados en alcohol  y otros naturalizados; ordenados todos según una rígida clasificación sistemática, estando representado el mundo vegetal por ejemplares de plantas que forman un herbario, siendo muy pocos los centros que disponen de un pequeño jardín para poder disponer de plantas frescas. Sin menospreciar la importancia que las colecciones tienen en la enseñanza, hay que reconocer que no llenan todas las necesidades de esta, pues si con una buena colección mineralógica siempre se tienen a mano ejemplares no sólo para la observación ocular de los mismos sino también para las diferentes prácticas de reconocimientos físicos y  químicos que permitan su determinación, los animales y las plantas muertos nunca permiten dedicar luz anatómico (salvo raros casos) ni mucho menos el ser empleados en experiencias de fisiología y observaciones biológicas, siendo imprescindible utilizar para estas seres vivos o convenientemente preparados.

Y si en los institutos ocurre esto, y los demás centros de enseñanza media y primaria la carencia de medios suele ser todavía mayor, faltando los elementos indispensables para la enseñanza de las mencionadas ciencias.

Éstos inconvenientes, cuyos efectos hemos padecido, perdiendo un tiempo precioso en la busca des para el estudio de la Botánica, teniendo que recurrir a veces largas distancias para encontrar ejemplares adecuados a determinadas experiencias, son las causas que han influido para la redacción del presente librito, recogiendo en el una serie de experiencias y observaciones por nosotros realizadas y dando algunos consejos para la construcción del jardín que debe acompañar al centro escolar para que éste disponga de especies vegetales más indispensables en la enseñanza de la Botánica.     

Pero queriendo que el conocimiento de la vida vegetal se difunda lo más posible, con el mínimo gasto, hacemos una organización del jardín tal, que puedan servirse del mismo todos todos los establecimientos escolares de la localidad o cierto número de los mismos si estos son numerosos. Esto se hace más necesario todavía en las grandes ciudades que en los pueblos y capitales pequeñas, pues los niños viviendo siempre en la población no tienen ocasión de familiarizarse con la naturaleza, dada la distancia que muchas veces hay que recorrer para salir al campo y del tiempo y gastos que esto supone.

Los jardines escolares los hay de muchas clases, según el fin que se proponen, siendo el más elemental una platabanda adosada a los muros del patio, generalmente arbolado, que hay  todas las escuelas de moderna construcción. En estos jardines, todas las operaciones de jardinería las realizan los mismos alumnos, muchas veces obedeciendo  a  sus propias iniciativas y por lo tanto sin plan trazado de antemano, por lo cual los resultados obtenidos no son todo lo buenos que debieran: los mejor organizados de estos jardines, aquellos en los que se tienen hasta árboles frutales, están hechos con un fin  meramente agrícola, sirviendo para dar a conocer al niño las más importantes plantas cultivadas, familiarizándole en los cuidados que estás necesitan. A veces se agregan a estas algunas colmenas y los alumnos crían también gusanos de seda, observando las metamorfosis de los gusanos.

Estos jardines, que son los que más frecuentemente llevan el calificativo de escolares, no son los más adecuados para estudiar la constitución y funcionamiento de la planta, ni permiten hacer determinadas observaciones biológicas, a causa del corto número de especies que en ellos se cultiva. Para disponer de ejemplares es necesario tener un verdadero almacén de plantas vivas pertenecientes a los distintos grupos del reino vegetal y adaptadas a los diversos medios, eligiéndolas de manera que sean las más típicas y adecuadas para el destino que han de tener. Por eso nuestro jardín es intermedio entre el  jardín biológico y el de plantas, teniendo más el carácter de este. En los primeros capítulos van indicadas las características que han de reunir las plantas del jardín, la construcción de este y su organización para poder servir ejemplares a distintos centros de una localidad. Luego se estudian las condiciones Pedagogiques que la enseñanza ha de tener si ha de ser eficaz; terminando con la instalación del laboratorio.

El primer capítulo de los destinados a manipulaciones de laboratorio forma un curso breve y sencillo dedicado a los niños de las escuelas primarias, comprendiendo el resto una larga serie de experiencias y observaciones, ordenadas por funciones, que servirá para los alumnos del grado medio de la enseñanza, y aunque elemental, los de centros superiores.

Al final se da una lista de plantas, en la que sindica algunos de los usos para los que son más adecuadas, así como las épocas de siembra.

No tiene este libro otro objeto que iniciar a nuestros alumnos en el conocimiento de la vida de las plantas, despertando en ellos el espíritu de observación, sin el cual no es posible adquirir conocimientos en las ciencias experimentales: si lo conseguimos, esto será el mejor premio a nuestro modesto trabajo.

Cáceres febrero 1936.

Abilio  R. Rosillo