Faustino Miranda González (Gijón 1905-Ciudad de México 1964)
El botánico y catedrático de instituto, que se exiliaría en México, Faustino Antonio Miranda González nació en Gijón el 19 de febrero de 1905. Su padre Hugo Miranda Tuya fue catedrático de Matemáticas en diversos institutos españoles como el “Jovellanos” de Gijón y el de León y autor de más de una decena de manuales de Aritmética y Geometría que llegaron a gozar de cierta popularidad. Algunos se reeditaron en varias ocasiones, como ha destacado Francisco Javier Dosil Mancilla, el mejor biógrafo de Faustino Miranda, a quien seguimos en esta noticia biográfica. (Dosil Mancilla, 2007: 13-89). Su hermano José, nacido en 1903, también se exiliaría a México, llegando a ser un destacado historiador.
Faustino Miranda realizó sus estudios de Secundaria en Gijón con brillantez, obteniendo al finalizar el bachillerato en 1920 el premio “Jovellanos-Habana”, dotado con dos mil pesetas. Aficionado a la observación de los fenómenos naturales en el mar Cantábrico y en los montes asturianos se trasladó a Madrid en 1922 para proseguir sus estudios en la Facultad de Ciencias de la Universidad tras haber estudiado el primer año de la licenciatura en la Universidad de Oviedo. Fue un brillante estudiante obteniendo sobresaliente con matrícula de honor en las siguientes materias: Técnicas Micrográficas, Organografía y Fisiología Vegetal, Zoografía de Animales, Fitografía y Geografía Botánica y Zoografía de Articulados. En 1925 se licenció en Ciencias Naturales, iniciando ese mismo año los estudios de doctorado que simultaneó con tareas docentes como profesor ayudante interino gratuito de la sección de Ciencias del Instituto de Segunda Enseñanza de León, al que estuvo adscrito entre octubre de 1926 y enero de 1930.
Durante tres años, de 1926 a 1928, se concentró en la realización de su tesis doctoral, que efectuó gracias a una beca del Museo Nacional de Ciencias Naturales. El tema que eligió le resultaba familiar: “Algas y cianofíceas del Cantábrico, especialmente de Gijón”. La lectura de su tesis doctoral tuvo lugar el 19 de abril de 1928 ante un tribunal formado por Luis Lozano, Antonio García Varela, Francisco de las Barras y Aragón y el biólogo marino José Rioja Martín, que actuó como presidente. La investigación mereció la máxima calificación con premio extraordinario[1]. Tres años después, la tesis apareció publicada en un monográfico editado por el Museo de Ciencias Naturales de Madrid (F. Miranda 1931). En el período de elaboración de su tesis doctoral, según sostiene Dosil Mancilla (2007: 18-19) el científico que tuvo una mayor influencia en Faustino Miranda fue Arturo Caballero Segares, catedrático de Fitografía y Geografía Botánica de la Universidad Central y jefe de la Sección de Herbarios del Jardín Botánico de Madrid.
Finalizada su tesis doctoral la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, a través del Museo de Ciencias Naturales que dependía de ella, le renovó la beca, lo que le permitió proseguir sus investigaciones en el Jardín Botánico de Madrid sobre las algas marinas de España por un período de cuatro años hasta que obtuvo una cátedra de Instituto en 1932. Como resultado de sus trabajos en esos años publicó once trabajos originales, incluyendo el correspondiente a la tesis doctoral, dedicados fundamentalmente a la ciencia criptogámica de la ficología marina, siendo –como sostiene Javier Cremades Ugarte (2007: 121) - “de consulta obligada para los ficólogos españoles, sobre todo los volcados en el Atlántico, tanto por su aportación al conocimiento de la flora y vegetación marina de este océano, como por sus interesantes estudios anatómico y morfológicos sobre algunas de sus especies”. El último de los trabajos de ese período productivo lo publicó en francés en la Revue Algologique “Remarques sur quelques algues marines des côtes de La Manche” (Miranda 1932) como resultado de las observaciones microscópicas que efectuó en el Laboratoire Maritime du Muséum d’Histoire Naturelle de Saint-Servan, donde investigó durante varias semanas gracias a una pensión que le concedió la JAE en julio de 1931. Por esa época simultaneaba sus investigaciones en el Laboratorio de Fitografía del Jardín Botánico de Madrid, todos los días de tres a siete de la tarde, con sus tareas de conservador del Gabinete de Historia Natural del Instituto del Cardenal Cisneros, responsabilidad que ejerció entre el 17 de febrero de 1930 y el 15 de agosto de 1932.
La pensión para ir al extranjero la solicitó Faustino Miranda el 20 de febrero de 1931. Quería ampliar durante seis meses su formación algológica en Francia y Portugal. En la instancia que dirigió al presidente de la JAE, Santiago Ramón y Cajal, adujo entre los motivos de su solicitud de beca su afán de consultar durante un mes las ricas colecciones de algas que se encuentran en el Muséum National d’Histoire Naturelle de París, especialmente las colecciones de algas de las costas de la Península Ibérica que se hallan en el gran herbario Thuret, como son las colecciones de Sauvageau, de la costa cantábrica; de Welwitsch, de Portugal; de Cabrera, Clemente, Monnard y Bory, de Cádiz; de Rodríguez y Femenías, de las Baleares; de Eydoux, de Cataluña.
Su solicitud fue aprobada por la comisión ejecutiva de la JAE el 5 de junio de 1931 y fue refrendada por orden ministerial de 30 de junio, publicándose en la Gaceta de Madrid el 12 de julio de ese año. Se le concedió “una pensión durante seis meses para estudiar las algas en Francia y Portugal, con la asignación de 425 pesetas mensuales y 500 para viajes de ida y vuelta”. Pero solo disfrutó de la beca durante cuatro meses, del 23 de julio al 14 de noviembre de 1931. Estando en Francia solicitó regresar con antelación a Madrid para poder presentarse a tiempo a unas oposiciones de cátedra de Historia Natural en institutos.
En su estancia francesa trabajó durante tres meses en la estación marítima de Saint-Servan, en Bretaña, al lado de Saint-Malo. En la memoria remitida a la JAE desde ese laboratorio marítimo el 21 de agosto de 1931 comentó que había recogido y estudiado abundante material, “lo que ha aumentado mucho mi conocimiento de las algas marinas, y que, unido al que recoja en posteriores excursiones, me permitirá hacer una comparación entre la flora marina de la Bretaña y la del Cantábrico, que yo he estudiado en anteriores trabajos”. En esa instalación científica entró en contacto con diversos botánicos franceses: con el director del laboratorio marítimo de Saint-Servan Louis Mangin, Emile Chemin, Robert Lami, Marius Chadefaud, y Gontran Hamel, estudioso de las algas de las costas occidentales de la Península ibérica, entre otros. Finalizó su experiencia francesa con una estancia de casi un mes en el Muséum d’histoire naturelle de Paris, en donde se dedicó principalmente a la revisión taxonómica de las colecciones de algas marinas de la Península Ibérica incluidas en el herbario de Thuret, la colección ficológica más relevante del litoral español en los tiempos de Miranda, según ha subrayado Dosil Mancilla (2007: 26). Además las consultas bibliográficas que hizo entonces resultaron fundamentales para la elaboración de su última aportación a la ficología como fue su monografía “Enumeraciones de las algas marinas del Norte y Noroeste de España” que publicó en varias entregas de la revista Ciencia, en los primeros años de su exilio en México, entre 1943 y 1944.
La secretaría de la JAE, en la Memoria de 1931-1932, expuso de la siguiente manera los trabajos efectuados por Faustino Miranda en Francia con motivo de su pensión:
Sus estudios han versado, en resumen, sobre los siguientes temas: Saint-Servan (Laboratorio marítimo du Muse): estudio de la vegetación de algas en la costa de Saint-Servan-Saint-Malo. Estudio de las especies que no se encuentran o son raras en las costas de España, con las que ha formado un pequeño herbario. Estudio del procarpio en los géneros Spermothamnion, Seirospora y Callithamnion. Estudio de plasmodesmos en distintos grupos de Florídeas (con el Abbé Jungers). Estudios citológicos en Callithamnion byssoides y C. pseudobyssoides, sobre todo del problema de los pseudópodos intravacuolares (con Mr. Chadefaud). Ensayos de germinación de Feofíceas. Ensayos de reacciones microquímicas del yodo y del bromo en ciertas Rodofíceas (con Mr. Chemin). Ha hecho también algunos ensayos de coloración de la membrana de las células de algunas especies de Rodofíceas (siguiendo los consejos de Mr. Mangin). París (Laboratorio de Criptogamia). Ha recopilado numerosos datos bibliográficos referentes a temas de los arriba citados y a otros que él había preparado anteriormente. Ha estudiado una colección de preparaciones de Coralináceas fósiles recogidas en Santander por el Sr. Royo (bajo la dirección de Mme. Lemoine)
Tras su regreso de Francia a finales de noviembre de 1931 se preparó para presentarse a unas oposiciones a cátedra de Instituto de Historia Natural. Tras superar las pruebas de una dura oposición obtuvo el 9 de agosto de 1932 una de esas cátedras en el Instituto de Segunda Enseñanza de Lugo. En los pocos meses que vivió en esa ciudad gallega, que vivía una eclosión cultural en los primeros meses de la etapa republicana, participó con diecinueve alumnos y los profesores Delio Mendaña Alvarez, catedrático de Física y Química y José Luis Asián Peña, catedrático de Geografía e Historia, -también presente en este diccionario JAEeduca- en una excursión escolar a Madrid, Toledo y El Escorial, que fue subvencionada por el Ministerio con 2.500 pesetas (Prado Gómez, 2013: 210).
En enero de 1933 solicitó el traslado al Instituto de Segunda Enseñanza de Pontevedra, obteniéndolo. En las proximidades de esa ciudad funcionaba desde el verano de 1932 una pequeña estación de biología marina dependiente del Museo Nacional de Ciencias Naturales a la que Faustino Miranda se incorporó desde agosto de 1933 en calidad de profesor e investigador, transfiriendo a ese establecimiento científico y docente los conocimientos que había adquirido en Francia como pensionado de la JAE. Así en los veranos de 1933 y 1934 enseñó en Marín nociones de Ficología a un pequeño grupo de alumnos de Ciencias Naturales de la Universidad de Madrid. En el curso que se desarrolló entre el 8 y el 20 de agosto de 1933 tuvo once alumnos, que repitieron la experiencia al año siguiente. Entre esos alumnos se encontraban Eugenio Morales Agacino, uno de los biólogos más sobresalientes del siglo XX en el ámbito de la entomología, y dos estudiantes que también se exiliarían en México y desarrollarían una sobresaliente labor en el destierro: el entomólogo-parasitólogo Dionisio Pérez y la bioquímica María Roldán, según ha destacado Dosil Mancilla (2007: 28). En esos cursos Faustino Miranda instruyó a los becarios en el conocimiento de las algas marinas, les acompañó en sus excursiones para recoger ejemplares que luego se estudiaban en el laboratorio, y les enseñaba a formar herbarios de esos vegetales. Asimismo, como ha subrayado Pérez-Rubín (2012: 243) aceptó el encargo que le hizo Ignacio Bolívar, director del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, para que preparase colecciones de algas para los estudiantes de Bachillerato de “los 100 Centros creados para la sustitución de la Segunda enseñanza”. En ese tiempo comparte su labor docente con la investigadora. Estudia por primera vez las profundidades de las costas atlánticas de la Península Ibérica y es el primero en describir las comunidades infralitorales más características de las rías gallegas. Publicó entonces uno de sus trabajos científicos más sobresalientes: “Materiales para una flora marina de las rías bajas”, que apareció en 1934 en el Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural.
En 1935, tras un concurso de traslado, regresó a su ciudad natal, incorporándose como Catedrático de Historia Natural al Instituto “Jovellanos” e instalando en la casa familiar un pequeño laboratorio particular para continuar con sus investigaciones algológicas. El 21 de octubre de 1937 cuando las tropas franquistas entraron en Gijón pudo huir y embarcarse en un buque inglés que lo llevó a Francia. Luego se encaminó primero a Puigcerdá, en Girona, donde se reencontró con sus padres, de convicciones republicanas, y luego a Barcelona. En esta ciudad se incorporó a la cátedra de Historia Natural en el Instituto Obrero, participó en el Centro de Organización de Compañías Especiales del Cuerpo de Guerra Química tras realizar un curso en la Escuela de Gases e intervino en Servicios de Inspección en los frentes de Cataluña.
En febrero de 1939, tras la derrota republicana en la batalla del Ebro, cruzó a pie los Pirineos, iniciándose su largo exilio. Internado en el campo de concentración de Saint-Cyprien, en el Rosellón, que concentró a cerca de sesenta mil republicanos en condiciones críticas Faustino Miranda fue rescatado de ese lugar gracias a gestiones de Bibiano Fernández Osorio-Tafall, secretario general de Izquierda Republicana, director general del SERE y naturalista con el que Faustino Miranda había coincidido en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pontevedra. Tras recorrer en los inicios de su éxodo varias ciudades francesas – Perpignan, Toulouse, Burdeos, París- embarcó el 24 de mayo de 1939 en el buque Sinaia que trasladaba desde el puerto de Séte a Veracruz a dos mil republicanos españoles. Tras dieciocho días de navegación Faustino Miranda llegaba a México, donde desarrollaría por un cuarto de siglo una fecunda labor científica y docente.
Meses después se incorporó en calidad de profesor de Ciencias Naturales a dos instituciones educativas creadas por los exiliados republicanos españoles en la capital mexicana: el Instituto Luis Vives y la Academia Hispano-Mexicana. También realizó sus primeras publicaciones de su nueva etapa vital. En 1939 la editorial Nuestro Pueblo le publicó La vegetación del mundo, un breve libro de divulgación botánica y colaboró en el primer número de la revista Ciencia, creada por un grupo de científicos españoles expatriados, y editada por otra relevante empresa cultural republicana: la editorial Atlante, que he estudiado recientemente.
En enero de 1941 obtuvo la nacionalidad mexicana y tres meses después se incorporaba como investigador al Instituto de Biología de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), el principal centro de investigación mexicano, reorientando sus investigaciones al estudio de la flora terrestre de su nuevo país. Desde 1945 compaginó sus trabajos botánicos con la docencia en diversas instituciones académicas como la Facultad de Ciencias de la UNAM, la Escuela Normal Superior y el Instituto Politécnico Nacional. Con otros naturalistas mexicanos como Enrique Beltrán colaboró, entre 1946 y 1949, en la redacción de unos manuales de Biología dirigidos a los estudiantes de Secundaria.
En 1949 aceptó la invitación del Gobernador de Chiapas para establecer en Tuxtla Gutiérrez, la capital de ese Estado, un Jardín y un Instituto Botánico. Durante cinco años, de 1949 a 1954, vivió en ese lugar desarrollando una notable labor científica y administrativa. Creó un centro de investigación científica, con todo lo preciso para abordar el estudio de las plantas de Chiapas, y uno de los jardines de flora tropical más completos de la América latina, formado por diferentes nichos ecológicos. Además publicó en dos volúmenes, en 1952 y 1953, La vegetación de Chiapas que según Dosil (2007: 52) marca un antes y un después en la botánica mexicana, proponiendo una división de los tipos de vegetación que continúa vigente.
En 1954 regresó a Ciudad de México, reincorporándose al Instituto de Biología de la UNAM, donde fue nombrado director del Departamento de Botánica, e iniciando su etapa de madurez científica. A lo largo de la década siguiente se convirtió en una de las figuras más destacadas de la botánica mexicana y en el fundador de una exitosa escuela de botánicos que llega hasta la actualidad. En 1958 se le encargó la organización del Jardín Botánico de la UNAM.
Además, su profundo conocimiento de la vegetación lo convirtió en pieza clave en los proyectos gubernamentales de explotación de las riquezas naturales. Adscrito al Instituto Mexicano de Explotación de los Recursos Naturales Renovables (IMERNAR) y a la Comisión de Estudios del Sureste realizó entre 1954 y 1955 diversas excursiones botánicas a la Península de Yucatán, levantando numerosos inventarios florísticos y fitogeográficos. Posteriormente se le encargó efectuar un estudio de la vegetación de las zonas áridas de México, en el otro extremo del país. En enero de 1958 estudió la valoración de los recursos naturales de Isla Socorro, en el archipiélago de las Revillagigedo. También participó en las actividades de la Comisión de Estudios sobre la Ecología de las Dioscóreas mexicanas, el proyecto de explotación vegetal más ambicioso de ese período, cuya finalidad era, según Dosil (2007: 61), racionalizar la explotación de esas lianas tropicales, que proporcionan la mejor y más abundante materia prima para la fabricación de hormonas sexuales, cortisona y sustancias afines.
En 1962 se casó con una importante geógrafa mexicana, Enriqueta García Amaro, con la que tuvo un hijo (Antonio).
Los últimos años de su vida los dedicó a publicar alguno de sus mejores trabajos como “Los tipos de vegetación de México y su clasificación”, editado en 1963 por el Boletín de la Sociedad Botánica Mexicana, y a elaborar un manual sobre los árboles y arbustos del sureste de México. Tras conseguir una beca de la Fundación Guggenheim se desplazó a Estados Unidos para consultar durante casi un año (septiembre 1961 a agosto 1962) diversos herbarios. Pudo entonces realizar una revisión crítica de sus estudios sobre la flora tropical. Pero la muerte le sorprendió el 17 de diciembre de 1964, a punto de cumplir 60 años, con el trabajo muy avanzado pero inconcluso. Finalizaba así una vida dedicada al estudio de las plantas, tanto en España como en México.
A lo largo de su trayectoria científica publicó más de 70 trabajos de investigación. Y, tal y como destaca Francisco Teixidó, descubrió más de cincuenta taxones nuevos para la ciencia, entre los que hay que citar los genéros de fanerógamas: Nyssa, Grajalesia, Blomia, Beltrania y Pterocereus. Su labor obtuvo reconocimientos diversos: fue invitado de honor al Congreso Científico del IV Centenario de la Universidad de México (1951), miembro honorario (1958) y presidente honorario (1960) de la Sociedad Botánica de México, “fellow” de la Academia de Ciencias de California (1960). Algunos géneros botánicos han servido para honrar su memoria: Mirandaceltis, Mirandea y Neomirandea.
Fuentes.-
Archivo de la JAE en la Residencia de Estudiantes.- Expediente JAE/100-612
Memoria de la JAE, años 1931-1932, p. 56-57
Obras.- [2]
“Sobre una nueva especie de Strepsithalia Sauv.”, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 28, 1928, p. 457-462
“El desarrollo del cistocarpio en una ceramiácea (Ceramium flabelligerum J. Ag.), Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 29, nº 1, 1929, p. 47-52, 8 figs.
“Nota sobre Porphyretum de verano en los alrededores de Gijón”, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 29, nº 2, 1929, p. 89-91, 1 fig. + 1 Lám. (VII).
“Contribuciones algológicas”, Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 15, 1929, p. 487-490. Volumen en homenaje al Dr. Ignacio Bolívar.
“Las comunicaciones interprotoplásmicas en Bornetia secundiflora (J.Ag.) Thuret, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 30, nº 4, 1930, p. 201-204, 2 figs.
Sobre las algas y cianofíceas del Cantábrico, especialmente de Gijón, Madrid, Trabajos del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, Serie Botánica, nº 25, 1931, p. 1-106, 17 figs. (Presentado originalmente como tesis de doctorado en 1929 en la Universidad Central de Madrid. Reseñada por P. González Guerrero en Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 30, 1931, p. 320.
“Observaciones sobre florídeas”, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 31, nº 3, 1931, p. 187-196, 5 figs.
“Observaciones citológicas en la lenteja (Lens esculenta Moench), Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 31, nº 6, 1931, p. 403-407, 1 fig.
“Sobre la homología de los polisporangios y tetrasporangios de las florídeas diplobiontes”, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol 32, nº 4, 1932, p. 191-194.
“Adiciones y correcciones a la lista de las algas marinas de Gijón”, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 32, nº 9, 1932, p. 435-438.
“Remarques sur quelques algues marines des côtes de La Manche”, Revue Algologique (Paris), vol. 6, nº 3-4, 1932, p. 272-292
“Materiales para una flora marina de las rías bajas gallegas”, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 34, nº 2-3, 1934, p. 165-180, 6 figs., 1 Lám.
“Algas coralináceas fósiles del Terciario de San Vicente de la Barquera (Santander)”, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, vol. 35, 1935, p. 279-287, láms. 34-38.
“Nuevas localidades de algas de las costas septentrionales y occidentales de España y otras contribuciones ficológicas”, Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural, vol. 36, nº 8, 1936, p. 367-381, 12 figs.
La vegetación del mundo, Nuestro Pueblo, México, 1939, 72 p., ilust. (Biblioteca Popular de Cultura y Tecnología).
“El funcionamiento de la flor en Lopezia Cav.”, Ciencia, (México), vol. 1, nº 10, 1940, p. 452-454, 3 figs.
“Heterostilia en Bouvardia ternifolia”, Ciencia, (México), vol. 1, nº 13, 1940, p. 112-113, 1 fig.
“Estudios sobre la vegetación de México I. La vegetación de los cerros al sur de la Meseta de Anahuac –el cuajiotal”, Anales del Instituto de Biología (UNAM), vol. 12, 1941, p. 569-641, 15 figs.
“Enumeración de las algas marinas del N. y NO. de España”, Ciencia (México), vol. 4, nº 1, 1943, p. 17-20; vol. 4, núms. 4-5, 1943, p. 111-116; vol. 4, núm. 6-7, 1943, p. 156-161, vol. 4, núm. 8-10, 1944, p. 219-224
Los secretos de las flores (Lecturas Botánicas), Chapultepec, D.F. Imprenta del Instituto de Biología, UNAM, 1944, 57 p., 16 figs. (Folletos de Divulgación Científica publicados por el Instituto de Biología, 41).
En colaboración con E. Beltrán, E. Rioja, J. Alcaraz, M. Ruiz e I. Larios, Biología, Primer, Segundo y Tercer curso para escuelas secundarias, México, D.F. Editorial E.C.L.A.L.S.A., 1946, XVI + 346 p.; 1948, XVI + 382 p.; 1949, VIII + 371 p.
La Vegetación de Chiapas, 2 vols., Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Imprenta del Gobierno del Estado, 1952, 334 p., 1953, 426 p. (se reeditaron en 1975-1976 2 vols. y en 1998 (1 vol. de 600 p.).
“La botánica en México en el último cuarto de siglo”. Revista de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, vol. 22, 1961, p. 85-111, 7 figs.
F. Miranda y E. Hernández X., “Los tipos de vegetación de México y su clasificación”, Boletín de la Sociedad Botánica de México, nº 28, 1963, p. 29-179, 107 láms.
F. Miranda, A. Gómez-Pompa y E. Hernández X., “Un método para la investigación ecológica de las regiones tropicales”, Anales del Instituto de Biología (UNAM), Serie Botánica, vol. 38, nº 1, 1967, p 101-109, 5 figs.
Bibliografía secundaria
Butanda, Armando: “Biblio-hemerografía (1928-1969) de Faustino Miranda”, en F.J. Dosil Mancilla, coordinador, Faustino Miranda. Una vida dedicada a la botánica, Morelia, Michoacán, Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo-CSIC, 2007, p. 343-361.
Dosil Mancilla, Francisco Javier: “Faustino Miranda. Avance para una biografía pendiente”, en F.J. Dosil Mancilla, coordinador, Faustino Miranda. Una vida dedicada a la botánica, Morelia, Michoacán, Universidad Michoacana de San Nicolás Hidalgo-CSIC, 2007, p. 13-89.
Dosil Mancilla, F.J., Cremades Ugarte, J. y Fraga Vázquez, X. “Faustino Miranda (1905-1964). Nuevos datos relacionados con su formación botánica en España y con su contribución a la Ficología marina”, Botánica Complutensis, 25, p. 191-205.
Pérez-Rubín, Juan: “Más datos sobre la promoción del estudio de las macroalgas desde el centralismo madrileño (1931-1935)”, Acta Botanica Malacitana, 37, 2012, p. 241-246.
Teixidó Gómez, Francisco: “Faustino Miranda González, pionero de la ficología española y catedrático de Instituto”, Cátedra Nova, nº 23, 2006. P. 165-176
Zamudio, Graciela; Armando Butanda y Miguel Angel Puig-Samper, “Faustino Miranda (1905-1964): un cuarto de siglo en la Botánica de México” en G. Sánchez Díaz y P. García de León, coords., Los científicos del exilio español en México, Morelia, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana, SMHCyT, SECHT, 2001, p. 297-305.
Leoncio López-Ocón Cabrera
[1] Otros premiados de su promoción fueron Pedro González Guerrero y Vicente Soriano Garcés. Recibieron su distinción en la apertura de curso de la Universidad de Madrid del año académico 1929-1930. Ver El Liberal 2 de octubre de 1929, p. 2.
[2] Se especifica toda la producción de su etapa española y algunos de los trabajos más significativos de su etapa mexicana. Su biblio-hemerografía completa ha sido elaborada por Armando Butanda, a quien seguimos en esta relación bibliográfica, en Dosil, coord., (2007: 343-361)