Hernansáez Meoro, Ángel

Ángel Hernansáenz Meoro

Perteneció a una familia relacionada estrechamente con la enseñanza secundaria.

Su padre, José María Hernansáenz y Moscoso (San Javier-Murcia 1858), ingresó en el cuerpo de catedráticos de instituto en 1892, desempeñando cátedras de Agricultura en institutos de diversas ciudades como los de Palencia y A Coruña, que llegó a dirigir durante varios años hasta su jubilación. En esa ciudad gallega presidió la sociedad coruñesa de Amigos del Árbol, que se constituyó en 1911; trabajó en la Granja Agrícola Experimental, ubicada en Morelos, y llegó a dirigir la escuela de Praticultura y Cultivos de Vega de San Pedro de Nós. Fue un docente muy comprometido con actividades técnico-agraristas como se manifiesta en sus colaboraciones en el Boletín de la Granja Experimental de La Coruña (1899-1904), y en las revistas Prácticas Modernas, que empezó a publicarse en 1903, y El cultivador moderno, según ha destacado Lourenzo Fernández Prieto.

Su hermano mayor, José María Hernansáez Meoro, también fue catedrático de Instituto, ocupando durante muchos años a partir de 1917 la cátedra de Agricultura, Técnica Agrícola e Industrial del Instituto de Cartagena. Se interesó por la situación agrícola de la región murciana como revela su trabajo sobre “Los progresos de la huerta” publicado en 1921. En las elecciones municipales de abril de 1931 fue elegido concejal del Ayuntamiento de Cartagena, siendo presidente de la minoría municipal socialista y del Consejo Local de Enseñanza, pero en diciembre de ese año se apartó de la minoría socialista, y el 22 de noviembre de 1935 la Agrupación socialista de Cartagena le formó expediente de expulsión. Renunció al cargo de concejal en marzo de 1936. Durante la guerra civil fue director del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza García Lorca de Cartagena, según ha señalado P.M. Egea Bruno.

Por su parte Angel Hernansáenz Meoro obtuvo una cátedra de instituto para impartir la asignatura de Agricultura, Técnica agrícola e industrial, antes del advenimiento de la Segunda República. A mediados de mayo de 1930 permutó la cátedra que tenía en el instituto de Zafra con la que ocupaba en Osuna Ricardo Carapeto y Burgos. [1] En 1932 se incorporó al plantel de profesores del Instituto Calderón de la Barca cuando el gobierno republicano creó ese nuevo centro educativo en Madrid, que ocupó las instalaciones del Instituto Católico de las Artes y de las Industrias que tenían los jesuitas en la actual calle Alberto Aguilera, en aquel entonces calle Mártires de Alcalá nº 8.

En el curso académico 1932-1933 el claustro de ese instituto republicano le encargó la aplicación de un plan de enseñanza cíclica, conforme a lo que estipulaba el Plan del Bachillerato de 1932. El 20 de mayo de 1933 solicitó al presidente de la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) una pensión para estudiar la organización, programas, textos, métodos de enseñanza y resultados obtenidos en la enseñanza de las Ciencias Naturales en algún país donde estuviesen implantados planes de enseñanza cíclica. Su objetivo era desplazarse durante los dos meses de vacaciones estivales a la población francesa de Bagnères de Bigorre, cuyo liceo tenía en el verano una residencia para estudiantes extranjeros. La pensión le fue concedida por orden ministerial de 24 de julio de 1933 [Gaceta del 27] por una cuantía de 650 pesetas en oro mensuales más los gastos del viaje. No parece que esa pensión fuese muy fructífera pues el 17 de agosto de 1933 solicitó disfrutar el segundo mes de su pensión más adelante, entre el 15 de junio y el 15 de julio de 1934, para poder asistir a las clases impartidas en el liceo, que entonces se encontraban suspendidas por las vacaciones, y presenciar los exámenes de Reválida del Bachillerato, eje de la segunda enseñanza en Francia.

Al regreso de su viaje a Francia elaboró una memoria titulada “Las Ciencias Naturales en el bachillerato francés, en paradero desconocido, y envió un informe a la secretaría de la JAE que fue resumido de esta manera:

Estando en reforma nuestro plan de Segunda Enseñanza, con tendencia a una implantación del sistema cíclico, quiso estudiar en algún país, en el que estuviere implantado dicho sistema, la organización de las Ciencias Naturales, y, en general, la de la Segunda Enseñanza. La pensión que para este fin recibió de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, le permitió trasladarse al pueblo francés de Bagnères de Bigorre, en cuyo Colegio de Segunda Enseñanza fue informado suficientemente para emprender el trabajo sobre la organización que deseaba conocer.

El plan de Segunda Enseñanza vigente en Francia, a pesar de ser relativamente reciente, pues data del 13 de mayo de 1925, ha sufrido y está sufriendo continuas modificaciones. Podemos dar una idea de él diciendo que consta de siete cursos, agrupados en dos partes, la primera con los seis primeros y la segunda con el último; no existe examen de ingreso en los Liceos; tanto en una parte como en la otra, hay bifurcaciones, aunque son más formales que de fondo; la mañana del jueves, así como el día del domingo, son de asueto completo; no hay co educación en este grado de enseñanza, existiendo Liceos masculinos y Liceos femeninos; los programas de cada materia son únicos y generales para todos los Liceos; el sistema no es cíclico, por lo menos en cuanto afecta a las Ciencias naturales, sino gradual, existiendo esta materia en todos los cursos del Bachillerato, y los alumnos no se examinan, lo mismo libres que oficiales, sino del sexto y séptimo curso.

La forma de ser practicado el plan, es decir la forma de hacer las clases y exámenes, al objeto de poder apreciar de los resultados obtenibles de esta organización, no la pudo realizar debido a no ser época adecuada para ello aquella en que le fue permitido hacer uso de la pensión (27 de julio a 27 de septiembre), por caer dentro del período de vacaciones.

El 27 de febrero de 1935, tras conocer la convocatoria de concurso para la concesión de pensiones a Catedráticos de Institutos por la Gaceta de 1 de febrero de ese mes, solicitó una nueva pensión a la JAE que no le fue concedida. En esa ocasión su pretensión era estudiar durante los meses de julio y agosto los laboratorios e instalaciones destinados al fomento de la explotación de ostras y mejillones de Arcachon y Aiguillon, respectivamente, “cuyo conocimiento en nuestro país es de gran interés industrial”.

Al año siguiente perseveró en sus peticiones a la presidencia de la JAE. Así  el 20 de febrero de 1936 solicitó una nueva pensión para estudiar durante los dos meses de verano la organización de la enseñanza de las Ciencias Naturales en el bachillerato belga en el marco de un programa de trabajo que estaba realizando a nivel europeo, como acreditaba la memoria que adjuntaba a esa petición, no localizada actualmente, titulada “Las Ciencias Naturales en el Bachillerato portugués” que había redactado en Oporto donde residió dos meses.

Ese plan de trabajo de conocer y comparar la organización de la enseñanza de las ciencias naturales en varios países europeos quedó truncado con el advenimiento de la guerra civil. A su término Angel Hernández Meoro continuó adscrito al cuerpo de catedráticos de Instituto, situándose en la sexta categoría del escalafón con un salario anual de 12 mil pesetas, según las órdenes de 14 y 23 de febrero de 1940.

Al parecer finalizó su carrera docente como catedrático numerario de Ciencias físico-naturales en el Instituto Nacional de Enseñanza Media (Femenino) de Murcia.

 

Fuentes

Archivo de la JAE en la Residencia de Estudiantes, Expediente JAE 77-66

Memoria de la JAE de los años 1933-1934, pp. 85-86

 

Leoncio López-Ocón Cabrera




[1] La Época 20 de mayo de 1930, p. 2; ABC 26 junio 1930, p. 38.

 

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