Goig Botella, Severiano

Severiano Goig Botella (Valencia, 1897 - 1974). Fue un alumno brillante en la Universidad de Valencia. Inicialmente simultaneó estudios de Medicina con los de Ciencias, obteniendo menciones honoríficas en diversas asignaturas de ambas carreras, como Química general, Mineralogía y Botánica, o Histología e Histoquimia en los cursos académicos de 1914 a 1915 y 1915 a 1916 [1]. En 1920 obtuvo el premio extraordinario en la Facultad de Ciencias al obtener su licenciatura[2] . En 1929 obtuvo el doctorado en Ciencias Químicas.

En su época universitaria, tras unas disputadas oposiciones obtuvo a principios del curso 1917-1918 una de las becas que concedía el prestigioso Colegio Mayor del Beato Juan de Ribera de Burjasot.[3] Poco después, en 1918, contribuyó a fundar junto a otros estudiantes católicos la Asociación de Estudiantes de la Facultad de Ciencias de Valencia, de la que sería presidente hasta finalizar sus estudios en 1920[4]. También formó parte en el verano de 1919 la comisión organizadora de La Unión Escolar Científica[5].

Poco después de finalizar sus estudios de licenciatura fue admitido como aspirante al Magisterio en el Instituto Escuela en la sesión que tuvo el grupo directivo de la JAE el 1 de octubre de 1920. Aunque oficialmente (JAE, Memoria correspondiente a los años 1920 y 1921, Madrid, 1922, p. 256) solo figura en esta institución el curso 1921-22, tal y como consta también en un certificado recogido en su expediente, creemos que colaboró ambos cursos (1920-21 y 1921-22), pues así lo afirma en una carta y porque además, en la información del curso 21-22 (p. 275), aparece como aspirante del curso anterior junto con otros docentes que sí ejercieron el curso 1920-21.

En 1922 (31-5-1922), con 24 años, ganó una oposición para ser catedrático de Instituto de Física y Química. Para la obtención de la cátedra desarrolló un tema sobre “Monoles. Alcohol etílico. Fermentación alcohólica” que, en opinión de J. D. López “adolecía del tratamiento de algunas propiedades de interés y de una deficiente explicación de la fermentación”[6].

Pudiendo elegir entre los institutos de Cabra, Cuenca o Figueras optó por el Instituto General y Técnico de esta ciudad gerundense, del que sería secretario al menos el curso 1923-24, firmando la memoria correspondiente a ese año.

Instalado en Figueras inició a partir de 1923 una relación activa con la Sociedad Española de Física y Química y en mayo de ese año solicitó sin éxito una pensión de un año para ampliar en la Sorbona sus estudios de mecánica química bajo la dirección del profesor Jean Perrin (Premio Nobel de Física en 1926 por sus trabajos sobre la estructura discontinua de la materia), para lo que adjuntó un extracto de sus trabajos, que habían de ser publicados en la revista Anales de la Sociedad Española de Física y Química.

En febrero de 1925, siendo catedrático en el Instituto de Figueras, volvió a solicitar, con mejor suerte, una pensión de un año para ampliar estudios de Química-Física en la Universidad de Ginebra, siguiendo las orientaciones del profesor Emile Briner (1879-1965), quien ya había hecho constar en una carta (ver aquí) que le admitía para trabajar en sus laboratorios de química teórica y técnica viniendo como venía recomendado por Tomás Batuecas (quien estudió en Ginebra en 1916), “un de leurs élèves et assistants les plus distingués”. Se le concedió una pensión de diez meses (R.O. 21-9-1925), que comenzó a disfrutar el 1 de octubre de 1925, un mes después de haber conseguido el traslado al entonces Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Almería (Gaceta de Madrid nº 270, 27-9-1925, p. 1764). En junio de 1926, antes de que finalizase su pensión, solicitó una prórroga de seis meses, a partir de octubre, para finalizar sus investigaciones. Atendiendo a un informe favorable del profesor Briner, se le concedieron cinco meses (a comenzar el 18 de agosto de 1926), pero la resolución tuvo lugar el 14 de septiembre de 1926, fecha para la cual él ya se hallaba de vuelta en España, por lo que debió perder un mes de esta segunda pensión. Aunque existe cierta confusión acerca de si la disfrutó o no, creemos que sí porque el 27 de noviembre de 1926 remitió una carta para solicitar una nueva prórroga, y lo hizo desde Ginebra. Esta segunda vez solicitó (y obtuvo) un mes de pensión (a cambio del que perdió) y cuatro con la consideración de pensionado, lo que le permitió permanecer allí de enero a mayo de 1927 (R.O. 24-1-1927).

En abril de 1928, siendo aún catedrático del Instituto de Almería, solicitó nuevamente la consideración de pensionado para continuar en Ginebra, durante cinco meses, sus estudios sobre el óxido de carbono (R.O. de 8-5-1928); estos trabajos fueron llevados a cabo entre los meses de mayo y septiembre de 1928, periodo durante el cual fue subvencionado por la Universidad de Ginebra con cargo al “Fond Ernest Solvay”.

Sus investigaciones allí se centraron en el estudio de la compresibilidad del óxido de carbono. Durante la primera etapa analizó la compresibilidad de este gas en la zona comprendida entre 18 y 65 atm a distintas temperaturas; en la prórroga amplió las investigaciones hasta las 125 atm, perfeccionando la técnica experimental empleada desde el principio, sometiendo al gas a la influencia constante de presiones elevadas (cercanas a las 300 atm). Estos trabajos fueron citados por otros autores, como por ejemplo por Deming, W. Edwards y  Supe, Lola E. en “Some Physical Properties of Compressed Gases. II, Carbon Monoxide”, en Physical Review, 38, 2245 (publicado en diciembre de 1931)

Además de realizar trabajos experimentales, durante su estancia en Ginebra asistió a los cursos impartidos por el profesor Briner sobre química teórica (estequiometría, mecánica química, realidad molecular, teoría de soluciones y electroquímica teórica) y química técnica (metalurgia del hierro y electrometalurgia, gran industria mineral y primeras materias y productos intermediarios de la industria orgánica).

A su regreso de Ginebra realizó tareas de asesoramiento técnico para las autoridades provinciales de Almería [7], impartió conferencias en la Sociedad Española de Física y Química junto con Batuecas, Rancaño, Palacios, Cabrera, Le Boucher, Medinaveitia, Moles y R. Pire[8] y se doctoró en la Sección de Ciencias Químicas de la Universidad Central obteniendo premio extraordinario [9].

En 1929 (con efecto el 20 de diciembre de 1928) ascendió de escala al puesto 431 del escalafón de catedráticos de instituto con un sueldo de 6.000 pts[10]. En julio de 1932, año en que figura ya como catedrático en el Instituto Luis Vives de Valencia (en 1931 seguía en Almería), ascendió a séptima categoría, con sueldo de 8.000 pts.[11], pasando en 1940 a quinta categoría, con 13.200 pts[12].

En los años republicanos estuvo activo en la vida cultural valenciana e intentó dejar huella en la política educativa. Por ejemplo fue elegido Contador en la Junta de Gobierno que se eligió para 1933 en el Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y Ciencias de esa ciudad [13] y en 1934, según uno de sus alumnos –Javier Abad Donnici- contribuyó a elaborar una nueva Metodología y Didáctica de la Ciencia Física en Enseñanzas Medias en el nuevo Plan de Estudios que se diseñó ese año por impulso del ministro Filiberto Villalobos.

En el Instituto Luis Vives de Valencia, donde permanecería hasta jubilarse en 1968, desarrolló una larga labor docente reconocida por varios de sus alumnos. Fue por ejemplo profesor de José Aguilar Peris, a quien fue el primero que mostró “con sus abundantes experiencias de cátedra las maravillas de la física”[14]. Y el mencionado Javier Abad Dominici manifestó al evocar su trayectoria docente e investigadora lo siguiente: “¿Qué animó a este gran profesor a dedicarnos su tiempo y su vida? No encuentro palabras para mostrarle nuestro agradecimiento, la de todos sus alumnos, que fuimos muchos y a los que inculcó su curiosidad y afán investigador”[15].

En una de sus publicaciones de carácter más pedagógico se reflejan sus inquietudes sobre temas como la importancia del contacto con otros países para mejorar nuestro nivel científico o la necesidad de hacer a los alumnos partícipes del proceso de aprendizaje. Se trata de “Metodología y didáctica de las ciencias físicas”, texto de una conferencia publicado en 1961 en la revista Enseñanza Media, en el que, tras presuponer en todo sistema educativo la doble finalidad de formar intelectualmente y culturalmente al individuo, se lamenta de que la orientación humanista imperante durante años en nuestro sistema educativo haya subestimado el valor formativo de las ciencias físicas. Menciona como algunas de las causas posibles “nuestra idiosincrasia espiritual” y el “aislamiento del clima intelectual exterior”, aislamiento que se ha traducido durante siglos en la necesidad de importar técnicos (entiéndase personalidades de diversas ramas del saber científico); en este sentido señala como significativo el hecho de que “nuestras personalidades científicas más relevantes hayan mantenido prolongado contacto con el exterior, y que este contacto, extendido e intensificado hoy, se traduzca en el mayor nivel científico de la generación actual”[16].

No se muestra tampoco partidario de que un movimiento pendular nos sumerja en “el mar de la llamada cultura técnica” y nos veamos “inundados de materialismo”, sino que defiende que se mantenga un equilibrio entre los conocimientos humanísticos y los científicos, entre “la razón y la experiencia”.

En este escrito se observan otras ideas comunes a las defendidas y practicadas por destacados docentes del Instituto-Escuela, como Andrés León Maroto, a saber, la crítica al método memorístico y la conveniencia de “hacerle sujeto activo de la elaboración de sus conocimientos, […] conducirle a crear de nuevo la ciencia que aprende, redescubriendo sus secretos y sus leyes; solo, no podrá hacerlo; guiado por el profesor, sí. La clase dialogada, donde el profesor analiza un hecho experimental, ejecuta un razonamiento, apoya un conocimiento anterior la idea que desenvuelva y deja sacar al alumno la conclusión oportuna, es uno de los instrumentos de enseñanza más eficaces”.[17] Defensor, al igual que lo fuera Estalella, del uso de instrumentación sencilla, propone también experiencias que pueden realizarse con los alumnos con este tipo de objetos y afirma que “el material necesario, particularmente en el curso de iniciación, debe ser sencillo, y si es improvisado, mejor; la experimentación espectacular, con aparatos ad hoc, tiene cierto aire de prestidigitación que regocija, más que enseña, al alumno, especialmente cuando «no funciona»”. Frente a estos dispositivos, él prefiere el uso de objetos cotidianos: “A veces oímos a algunos Profesores lamentarse de que no pueden dar enseñanza experimental por carecer de aparatos y laboratorios. ¡Pero si los aparatos existen por todas partes!: romanas, poleas, termómetros, espejos, lentes de miope y de présbita, tornillos, balanzas, pitos, […] no es difícil improvisar un pequeño laboratorio con utensilios corrientes: un calorímetro se construye con un bote de hojalata introducido en otro mayor y sostenido por tapones de corcho […]”. Y continúa: “Cuando la experimentación directa no sea posible, puede suplirse con la descripción de hechos familiares al alumno o de experimentos fácilmente imaginables”[18].

Al margen de sus contribuciones académicas que se señalan más adelante, fue socio numerario de los Anales de la Sociedad Española de Física y Química desde 1923 y participó en las secciones locales: en 1933 fue secretario de la junta de Valencia y en 1934 presidente de la de Sevilla. También fue caballero de la Orden Civil de Alfonso XII y, al menos desde 1925, oficial primero de la escala técnica del Cuerpo de Telégrafos, cuerpo del que se le cesó en 1942 después de más de diez años de excedencia sin solicitar el reingreso[19].

Como homenaje a su labor, y a petición del Director General de la Caja de Ahorros de Valencia, en 1974 se le daría su nombre a una calle de esta ciudad.

Fuentes

Archivo Central del MEC, Legajo General de la Administración, 7483-39.

Archivo de la JAE en la Residencia de Estudiantes, expediente JAE  69-555. 26       

Memorias de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas: Memoria  correspondiente a los años 1924-1926 (Madrid 1927) p.129; Memoria      correspondiente a los años 1926-27 y 1927-28, (Madrid, 1929), pp. 37-38, 105.

Obras

- Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Figueras, Memoria del curso de 1923 a 1924, Figueras, 1925.

- “La expresión en función del tiempo de las ecuaciones de cinética química”, Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, XXIV, 1926, pp. 400-412[20].

- “Contribución al estudio de la compresibilidad del óxido de carbono”, tesis doctoral, Valencia, Imprenta Hijo de Francisco Vives Mora, 1929.

- “La compresibilidad del óxido de carbono a 0ª C y a la temperatura ambiente entre 50 y 130 atmósferas”, Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, tomo XXVII, 1929, p. 273[21].

- “Compressibilité de l’oxide de carbone a 0º au-dessus de 50 atmosphères”, Nota presentada a la Academia de Ciencias de París por el Prof. J. Perrin, y publicada en los Comptes Rendus Hebdomadaires des sciences de l’Academie des Sciences, tomo 109, p. 246, 1929.

- “La compressibilité de l’oxyde de carbone a 0º et a la température ordinaire entre 50 et 130 atmospheres”, Journal de Chimie Physique, tomo 27, 1930, p. 212.

- “Un procedimiento para cargar barómetros de sifón”, Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, tomo XXVIII, 1930, p. 350[22].

- “Refracción de la luz. Comprobación experimental sencilla de su ley cuantitativa”, Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, tomo XXVIII, 1930, p. 1006[23].

- “La reacción del molibdeno con los xantogenatos. El ión molibdenilo”, Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, tomo XXVIII, 1930, p. 479.

- “Datos sobre el volumen de menisco y la depresión capilar del menisco en los tubos de vidrio de pequeño diámetro”, Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, tomo XXIX, 1931, p. 189.

- “Metodología y didáctica de las ciencias físicas” (publicación de la conferencia pronunciada en la Reunión de Profesores de Física y Química del distrito universitario de Valencia), Enseñanza Media, n.º 73-75, 1961, pp. 86-94. Enlace.

- “Consideraciones sobre las masas inerte y gravitatoria: consecuencias. Última lección del Dr. Goig Botella en el Instituto Luis Vives de Valencia”, en Enseñanza media, 1968, n. 188, pp. 359-368.

Bibliografía secundaria

- Aguilar Peris, José, El efecto invernadero, el cambio climático y la crisis medioambiental y el futuro de la Tierra (“discurso para la recepción pública del Académico Electo Excmo. Sr. D. José Aguilar Peris y contestación del Académico Numerario Excmo. Sr. D.  Francisco González de Posada”), Madrid,  Instituto de España, Real Academia de Medicina, 2003.

-  “Jubilación del Dr. D. Severiano Goig Botella”, Enseñanza Media, Sección Figuras del profesorado, 188, 1968, pp. 393-394.

- López Martínez, J. D., La enseñanza de la Física y Química en la educación secundaria en el primer tercio del siglo XX en España, Tesis doctoral, 1999, Universidad de Murcia.

- “Quien es quien en la Universidad. José Aguilar Peris”, Blanco y Negro (suplemento de ABC), 29-6-1977, p. 83.

- Sánchez Santiró, Ernest, Cientifics i professionals: La Facultat de Ciències de València (1857-1939)

- “Última lección del Dr. Goig Botella en el Instituto Luis Vives de Valencia”, Enseñanza Media, 188, 1968, pp. 359-394.

 

Leonor González de la Lastra




[1] La Correspondencia de Valencia 30 de septiembre 1915 p. 1; Diario de Valencia 15 octubre 1916 p. 2

[2] Diario de Valencia 2 de octubre 1920, p. 2

[3] Las Provincias 21 de septiembre de 1917, p.2

[4] « Amigos que triunfan », en Oro de Ley (revista de los jesuitas de Valencia), 1922, 195, p. 241, citado en Ernest Sánchez Santiró, Cientifics i professionals: La Facultat de Ciències de València (1857-1939), p. 269. 

[5] Las Provincias 25 agosto 1919, p. 1

[6] López Martínez, J. D., La enseñanza de la Física y Química en la educación secundaria en el primer tercio del siglo XX en España, Tesis doctoral, 1999, Universidad de Murcia, p. 398.

[7] La Crónica Meridional 10 octubre 1928 p. 7

[8] El Imparcial, 4-5-1929, nº 21527, p. 2.

[9] Las Provincias  19 abril 1930, p. 2

[10] El Sol, 19-1-1929, p. 2.

[11] Gaceta de Madrid, 23-7-1932, nº 205, p. 619

[12] Boletín Oficial del Estado n.º 61, 1-3-1940, pp. 1530-1533

[13] Las Provincias 26 enero 1933, p. 5

[14] Aguilar Peris, José, El efecto invernadero, el cambio climático y la crisis medioambiental y el futuro de la Tierra (“discurso para la recepción pública del Académico Electo Excmo. Sr. D. José Aguilar Peris y contestación del Académico Numerario Excmo. Sr. D.  Francisco González de Posada”), Madrid,  Instituto de España, Real Academia de Medicina, 2003, p. 10.

[16] “Metodología y didáctica de las ciencias físicas” (publicación de la conferencia pronunciada en la Reunión de Profesores de Física y Química del distrito universitario de Valencia), Enseñanza Media, n.º 73-75, 1961, pp. 86-94.p. 86.

[17] Ibídem, p. 88.

[18] Ibídem, pp. 90 y 92.

[20] De este trabajo se publicaron extractos en las revistas Chemisches Zentralblatt, Tomo 2ª del año 97, 1926, p. 2141 por el Dr. D. Krüger de Berlín y en Chemical Abstracts,Tomo 20, 1926, pp. 3623 por E. M. Symmes.

[21] Fue realizado en Ginebra. Se publicaron extractos de este trabajo en Physikalische Berichte, tomo 10, 1929, pp. 1974 por el Profesor Dr. W. A. Roth de Braunschweig; en Chemisches Zentralblatt, tomo 2º, 1929, año 100, p. 1139 por el Profesor Dr. W.A. Roth de Braunschweig; y en Chemical Abstracts, tomo 23, p. 4388, 1929, por E. M. Symmes.

[22] Realizado en Ginebra también. Un extracto fue publicado en Chemisches Zentralblatt, Tomo 2º del año 101, p. 425, 1.930, por el Dr. R.K. Müller.

[23] Realizado en el Laboratorio de Física del Instituto de Almería.

 

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