Rodríguez Rosillo, Abilio

Abilio Rodríguez Rosillo (Segovia hacia 1892-Cáceres ?)

Nació en Segovia hacia 1892. Su padre fue Donato Rodríguez Yuste. Estudió el Bachillerato en el Instituto de Segovia, destacando en sus estudios de Preceptiva y Composición, asignatura en la que obtuvo sobresaliente[1]. Consiguió la licenciatura en Ciencias Naturales en el curso de 1910 a 1911 en la Universidad Central, encargándose del curso práctico de la asignatura de Cristalografía en el año académico 1911-1912. Mientras cursaba su licenciatura ingresó en la Real Sociedad Española de Historia Natural el 2 de junio de 1909 [2].

El 14 de marzo de 1912, cuando tenía 20 años, se inició su relación con la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas al solicitar, infructuosamente, ser alumno pensionado en la Estación de Biología marítima de Santander. Aunque no obtuvo la pensión decidió desplazarse a ese centro de investigación para seguir el curso de biología marina que por encargo de la Junta impartía allí José Rioja. Al año siguiente, el 20 de mayo de 1913, cuando residía en la segoviana calle de Cervantes nº 8, solicitó una nueva beca a la JAE para proseguir sus estudios de biología marina en la mencionada institución santanderina ente julio y septiembre de 1913. Denegada nuevamente la beca obtendría finalmente la consideración de pensionado sin retribución ante una nueva solicitud que hizo a la JAE desde Santander el 5 de julio de 1913 pues siguió el curso que se impartía en ese establecimiento científico costeándoselo él . Regresado a Segovia solicitó el 10 de octubre de 1913 otra pensión para poder sostenerse en Madrid mientras proseguía sus estudios en el Museo de Ciencias Naturales. La JAE denegó nuevamente su petición en su sesión de 15 de noviembre de 1913. Al finalizar el curso 1913-1914, y como resultado de las investigaciones realizadas en Santander y en Madrid, defendió con éxito su tesis doctoral “Contribución al conocimiento de los Celentéreos españoles: en particular de los sertularidos de la Estación de Biología Marina de Santander”, que publicó.

En los siguientes meses se dedicó a preparar oposiciones. Tras optar a la cátedra de Mineralogía y Botánica de la Universidad de Oviedo [3] obtuvo finalmente la cátedra de Historia Natural en el Instituto de Figueras/Figueres (Girona/Gerona)[4], iniciando sus tareas en ese centro docente el 22 de abril de 1915, y organizando su Gabinete de Historia Natural, del que hizo su catálogo. En 1919, cuando se encontraba en la parte baja del escalafón de la plantilla de catedráticos de institutos [5] , obtuvo el traslado al Instituto de Cáceres [6].

Instituto de Cáceres en la década de 1920

En Cáceres, durante más de cuatro décadas, desarrollaría una larga y fructífera carrera docente e investigadora tanto antes como después de la guerra civil, asumiendo también responsabilidades en la vida política de la ciudad y en la administración de su instituto durante varios períodos históricos.

Entre sus tareas docentes cabe destacar su interés por promover las actividades experimentales entre sus alumnos como revela el manual que publicó en Cáceres en 1923 sobre Prácticas elementales de Física e Higiene o la excursión que organizó a finales de ese año con quince de sus alumnos a la ciudad salmantina de Béjar para visitar sus fábricas textiles y la Escuela Industrial [7].

De su afán investigador dio numerosas pruebas durante la década de 1920. Fue uno de los asistentes a los cursos de Fisiología vegetal que impartió en el Jardín Botánico de Madrid el profesor norteamericano Lewis Knudson en los años 1920 y 1921; asistió al primer congreso que celebró la Asociación española para el progreso de las ciencias en una ciudad portuguesa, como fue el de Oporto de 1921; colaboró en las publicaciones de la Sociedad Española de Historia Natural como su Boletín  y sus Memorias, donde efectuó una contribución en el homenaje que se le hiciera al líder de los naturalistas españoles de aquella época: Ignacio Bolívar y solicitó nuevas pensiones a la JAE para proseguir sus investigaciones fuera de España.

La primera de esas peticiones, que le fue denegada, fue la que hizo desde Cáceres el 15 de marzo de 1922 para estudiar un curso de anatomía y fisiología vegetales en la Universidad de la Sorbona de París con el profesor Gaston Bonnier.  Al año siguiente, el 21 de mayo de 1923, insistió en su petición, y también fue rechazada su solicitud. En esa ocasión aspiraba ir durante un año a estudiar nutrición vegetal, bien con el profesor suizo Robert Chodat, o con otros profesores alemanes. 

Conseguiría finalmente la tan anhelada pensión en 1924. El 9 de abril de ese año solicitó nuevamente trasladarse por un año a Suiza para llevar a cabo estudios de nutrición vegetal con el mencionado profesor Chodat. Una real orden de 5 de diciembre de ese año atendió a su solicitud, saliendo de Cáceres Rodríguez Rosillo rumbo a Suiza el 26 de diciembre de 1924 [8]. Poco antes había sido nombrado vicedirector del Instituto cacereño[9] y días antes de su viaje a Suiza había tenido una reunión como concejal integrante de la comisión permanente del Ayuntamiento de Cáceres [10]. Aunque no concluyó la pensión pues tuvo que interrumpirla por problemas de salud su estancia en tierras suizas dio lugar a las siguientes actividades según expuso una memoria de la JAE de la siguiente manera:

En Ginebra, bajo la dirección del profesor Chodat, verificó durante los primeros meses estudios sobre la bioquímica y la fisiología de los fermentos, invirtiendo así casi todo el semestre de invierno. El resto de este semestre y todo el siguiente lo consagró al estudio de los cultivos puros de las algas, recolectando al mismo tiempo abundante material, con el que realizó un curso de Algología, habiendo hecho en colaboración con el mencionado profesor dos publicaciones: una en la Société de Physique et d’Histoire Naturelle de Ginebra titulada “Sur une Coccolithoporidée d’eau douce” y la otra en la Sociedad Botánica de Ginebra, más extensa que todavía se encuentra en prensa. Durante las vacaciones intersemestrales, previamente puesto en relación con M. Correvon, estudió la manera de construir y conservar los jardines alpinos. En unión de diferentes profesores ha realizado excursiones botánicas por el Jura francés, Mont Blanc, Oberland bernés y cuenca del Ródano. Ha visitado y hecho observaciones en el Jardín botánico de Ginebra, en especial en su parte alpina, marchando luego a Zúrich, por no poder realizar sus estudios en Ginebra durante el verano, a causa del elevado coste de la matrícula; y cuando en la citada población suizoalemana apenas había comenzado a trabajar en su jardín botánico, tuvo que interrumpir la pensión y regresar a España a causa de enfermedad. Invitado por el profesor Chodat, asistió a los ejercicios prácticos que los alumnos realizan en la Universidad de Ginebra, aun cuando éste no el objeto de su pensión. Así como también visitó los Museos, que encierran objetos histórico-naturales, de Ginebra y Zurich. Ha enviado a la Junta como fruto de su pensión una Memoria acerca de la nutrición vegetal [11]

Los años republicanos fueron de gran actividad en su quehacer docente e investigador, desplegando además una significativa labor divulgativa. Así se unió a una empresa cultural segovianista que promovió a partir de mayo de 1931 desde el diario El Liberal su compañero del cuerpo de catedráticos de instituto Celso Arévalo que originaría el lanzamiento a finales de ese año de una interesante revista mensual ilustrada Cultura segoviana[12]. En sus páginas publicó Abilio Rodríguez Rosillo varios artículos, colaborando en ella desde el primer número. Participó también en la revista Las Ciencias que había promovido en la década anterior el político conservador Luis de Marichalar y Monreal, vizconde de Eza. Y fue también uno de los veinticuatro conferenciantes del ciclo que organizó el Ateneo de Cáceres para abordar diversas cuestiones científicas y problemas socio-económicos relacionados con esa provincia extremeña, desarrollado entre el 7 de febrero y el 24 de julio de 1934. En él Rodríguez Rosillo hizo una presentación de la flora de Cáceres el 18 de abril de ese año[13]. Como investigador participó en el congreso de Lisboa, organizado por las Asociaciones Portuguesa y Española para el Progreso de las Ciencias que se celebró en la capital portuguesa en mayo de 1932. Allí presentó una comunicación sobre “La nieve roja de Guadarrama”, cuestión que también abordó en una de sus colaboraciones en Cultura segoviana.

Para desarrollar su labor investigadora volvió a solicitar nuevas pensiones a la JAE. El 8 de abril de 1932 solicitó ayuda, viviendo en el n´º 18 de la Plaza Mayor de Cáceres, para estudiar durante tres meses fisiología vegetal y metodología en la universidad de la ciudad alemana de Münster con el profesor W. Benecker. Dado que el Ministerio no aceptó su solicitud hizo un nuevo intento al año siguiente. Así el 6 de febrero de 1934 hizo otra petición para ampliar estudios de fisiología vegetal durante tres meses, añadiendo en esa ocasión que también quería visitar jardines escolares en Alemania. Nuevamente la JAE se mostró favorable a concederle la pensión pero el Ministerio nuevamente no la confirmó. El 22 de abril de 1935 insistió por tercera vez en su solicitud de desplazarse a Alemania durante un trimestre para llevar a cabo los estudios mencionados en solicitudes anteriores. En esa ocasión sí se le concedió la beca por orden ministerial de 15 de julio de 1935. Pero acortó su estancia no llegando a un mes el tiempo que estuvo en tierras alemanas en septiembre de 1935. No obstante para mostrar que había cumplido sus objetivos elaboró en los meses siguientes una singular y valiosa memoria, de 228 hojas de texto y 472 dibujos [14], que es un interesante estudio sobre el concepto y la puesta en práctica del jardín escolar como espacio para el estudio de las plantas. Su autor lo concibió como guía para la enseñanza experimental de la botánica. A la espera de que se hagan estudios más detallados sobre tan singular documento, finalizado en Cáceres el 11 de febrero de 1936, se presentan aquí los objetivos de esa memoria y los contenidos de su prólogo.

Esta memoria titulada “El jardín escolar y el estudio de la planta” es una valiosa prueba de la vocación docente del autor y de su considerable capacidad de trabajo. En esos años republicanos, a principios del curso 1931-1932, organizó una excursión a la gruta de las Maravillas en la sierra de Aracena con un grupo de alumnos del Instituto de Cáceres. En ella también participaron el director del instituto Gonzalo Fructuoso Tristancho y el bedel de ese centro docente Gabino Criado. Todos ellos pudieron admirar las bellezas de aquel lugar, y de sus salones, gracias a la instalación eléctrica que se había instalado en la gruta[15]. Además asumió nuevas responsabilidades en su centro docente pues una orden de 30 enero de 1933, cuando era ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes el socialista Fernando de los Ríos, le nombró secretario del Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de Cáceres[16]. Como tal secretario fue el encargado de elaborar y presentar públicamente la memoria del curso académico 1932-1933, que fue publicada.

Abilio Rodríguez Rosillo superó el proceso de depuración al que fueron sometidos los funcionarios docentes por la dictadura franquista y obtuvo la confianza de los responsables educativos del nuevo régimen pues fue promovido a la dirección del Instituto de Cáceres acabada la contienda fratricida. Ocupó ese cargo durante varios años, al menos toda la década de 1940[17]. Tanto en las décadas de 1940 y de 1950 prosiguió sus tareas investigadoras, publicando monografías en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, y educativas, colaborando en las páginas de una nueva época de la Revista Ibérica, editando materiales didácticos como una Colección de poliedros cristalográficos desarrollados o promoviendo un huerto escolar anejo al Instituto [18]. Su última lección la pronunció el día de su jubilación en 1961 sobre un tema que ha apasionado a muchos naturalistas españoles como es el de la relación entre las abejas y las flores, objeto por ejemplo de un gran documental que hiciera Guillermo Fernández López-Zúñiga, pionero del cine científico español en su exilio argentino, allá por 1951, una década antes de la última lección de Abilio Rodríguez Rosillo.

Este profesor dejó profunda huella entre numerosos estudiantes cacereños quienes admiraron“su empeño pedagógico, su dedicación a la enseñanza y su amor a la ciencia”.[19]. En 1966 a propuesta del claustro del Instituto El Brocense de Cáceres ingresó en la Orden Civil de Alfonso X el Sabio con categoría de Encomienda [20] y en 1969 le publicaron un libro recopilatorio de sus conocimientos titulado De varia lección.

Entrega de la Encomienda de Alfonso X el Sabio a D. Abilio Rodríguez Rosillo hacia 1966

Fuente: Fotos antiguas de Cáceres www.fotosantiguasdecaceres.es

Entre las sociedades científicas a las que perteneció cabe resaltar su adscripción a la Société Suisse de Botanique.  En sus investigaciones científicas destacó en sus estudios sobre la fisiología de las plantas y en los procedimientos para modificar el reposo de las plantas de bulbo y su floración. Durante su colaboración con el profesor suizo Chodat en la pensión de la JAE que tuvo en el año 1925 descubrió el alga “Pantosphaera Stagnicola” [21], hallazgo del que se hizo eco Celso Arévalo en las páginas del Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural.[22]

Su nombre está presente en el callejero de la ciudad de Cáceres.

Fuentes

Archivo de la JAE en la Residencia de Estudiantes. Expediente JAE 126-405

Memorias de la JAE. Memoria años 1924-1926 (Madrid 1927), pp. 100-101

Obra

Contribución al conocimiento de los Celentéreos españoles: en particular de los sertularidos de la Estación de Biología Marina de Santander, 1914, 53 p. 1 h. Tesis para optar al grado de doctor en Ciencias naturales: curso de 1913-1914.

"Distribución de los pelos foliares en la "Urtica membracea". Congreso de Oporto, tomo VI. Ciencias Naturales, Asociación Española para el  Progreso de las Ciencias, 1921, 3 p.

Prácticas elementales de Fisiología e Higiene por el Dr. Abilio Rodríguez Rosillo, Cáceres, Tipografía y Libería de Luciano Jíménez Merino,  1923, VI, 177 p., 1 h. 3 lám.

En colaboración con R. Chodat “Sur une Coccolithophoridée d’eau douce », Société de Physique et d’Histoire Naturelle de Genève, vol. XLII, nº 1, p. 51. Genève, 1925.

En colaboración con R. Chodat “Une Coccolithophoridée d’eau douce”, Bulletin Société Botanique de Genève, vol. XVII, p. 319, 1925.

"La 'pantosphaera stagnicola' de Ginebra, Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, tomo XXVI, 1926, pp. 485-488

"La variación de las manchas de los pétalos del Papaver rhoeas", Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural, 1929, tomo XV, Publicado en homenaje a D. Ignacio Bolívar Urrutia, p. 213-216.

"La nieve roja en la sierra de Guadarrama", Congreso de Lisboa. Madrid: Asociación española para el progreso de las ciencias, 1932, vol. V, pp. 137-144.  

La flora de Cáceres: conferencia pronunciada en el Ateneo de Cáceres, [18 abril 1934] Cáceres, La Minerva extremeña, s.a., 46 p. 12 h. Lám.

Memoria del curso académico 1932-1933 leída...por el catedrático secretario Abilio Rodríguez Rosillo, "La Minerva Cacereña", 1933-

"La alelopatía en las plantas", Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, tomo XLII, 1944, pp. 225-261

"El néctar de las flores", Revista Ibérica, núm. 154, segunda época, 1 febrero 1949, 4 p.

"Flores y abejas", Revista Ibérica, núm. 156, segunda época, 1 marzo 1949, 4 p.

Colección de poliedros cristalográficos desarrollados, Sogeresa, 1958, 2 hoj., 26 láms.

Última lección. Abejas y flores, Cáceres, Instituto Nacional de Enseñanza Media "El Brocense" de Cáceres, 1961, 25 pp.

De varía lección, Cáceres, Diputación provincial-Caja de Ahorros, 1969, 223 p., il

"Observaciones sobre el 'azotobacter' en tierras cacereñas", Revista Las Ciencias, Madrid, año X, núm.3, 11 p. (Hacia 1934)

"Cuatro años de observaciones fenológicas", Revista Las Ciencias, año XIC, n. 2, pp. 257-272.

Manuscrito Memoria del pensionado D.Abilio Rodríguez Rosillo, catedrático del Instituto de Cáceres. 11-2-1936. Memoria de la pensión que por orden ministerial de 15 de julio de 1935 fue concedida al catedrático del Instituto de Cáceres D.Abilio Rodríguez Rosillo para ampliar estudios de Fisiología vegetal, durante tres meses, en Alemania. El jardín escolar y el estudio de la planta. La memoria consta de 228 hojas de texto y 472 dibujos, reseñados en 12 hojas.

 

Leoncio López-Ocón Cabrera

 




[1] El porvenir segoviano, 22 mayo1903, p. 2

[2] Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, tomo IX, 1909, p. 265

[3] Gaceta de instrucción pública y bellas artes 25 noviembre 1914 p.11.

[4] El Magisterio Español 8 abril 1915 p. 6.

[5] Según la Revista general de enseñanza y bellas artes 1 abril 1919 p. 5 ocupaba el puesto 428 del escalafón provisional de ese cuerpo docente que cerraba Ricardo Montequi y Diaz de la Plata con el puestp 469.

[6] La Correspondencia de España 12 agosto 1919 p.5.

[7] El Adelanto, diario político de Salamanca 18 diciembre 1923 p. 6

[8] La Montaña 27 diciembre 1924 p. 6

[9] La Montaña 26 noviembre 1924 p. 3

[10] La Montaña 23 diciembre 1924 p. 6

[11] Memoria de la JAE correspondiente a los años 1924-1926 (Madrid 1927), p.. 100-101. Esa memoria sobre la nutrición vegetal a la que se alude en este informe no se encuentra lamentablemente en el expediente de Rodríguez Rosillo que se custodia en el archivo de la JAE de la Residencia de Estudiantes.

[12] El Imparcial 17 enero 1932 p.5

[13] El Radical 30 enero 1934 p. 2

[14] El autor envió el texto a la JAE, no así los dibujos, los cuales están en paradero desconocido. Su hallazgo puede resultar de gran interés para conocer más en profundidad la labor docente e investigadora de Abilio Rodríguez Rosillo.

[15] El Radical: periódico republicano 25 octubre 1932 p. 3

[16] El Magisterio Español 2 febrero 1933 p. 8.

[17] Ver al respecto Boletín oficial de la provincia de Cáceres 1 mayo 1940 p. 3; 29 marzo 1949 p.2

[20] ABC, martes 1 marzo 1966, p. 49.

[21] Valeriano Gutiérrez Macías, “El profesor Rodríguez Rosillo”, ABC, domingo 27 febrero 1966, p. 76.

 

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